Agregarle sal a los alimentos es una tradición milenaria, originada por las propiedades de ésta en la conservación de la comida, factor que propicio el desarrollo de las civilizaciones. Gracias a que se pudo guardar comida durante temporadas largas, las agrupaciones humanas dejaron de depender de las estaciones y lograron viajar por distancias más largas llevando los comestibles. Es por ello que la sal tuvo un gran impacto en el desarrollo de nuestra historia, se le ha usado como moneda (de ahí el término salario) y ha sido parte esencial en la formación de los imperios. Ha tenido incluso implicaciones religiosas: en la Biblia se le menciona 33 veces, en la religión sintoísta de Japón se le considera pura y se cree que bendice a las personas.
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