Hace poco más de cuatro años, esperábamos el nacimiento de mi hija. Parece que fue ayer cuando le decía a mi mujer que a mí no me importaría traer ala bebé conmigo a dónde quiera que fuese, y siempre cargando el portapañales de color rosa… para que todos vieran a muchos metros de distancia que llevaba a mi hija. Sin embargo, por aquel entonces surgió una cuestión. ¿Qué pasaría cuando la niña dejara de usar pañales y… estando solos mi hija y yo, surgiera la necesidad de llevarla al sanitario?
Y fue apenas este viernes pasado cuando se ha presentado esta curiosa situación con características de paradoja.
Hace unos días fuimos a los Estados Unidos y por cuestiones de ahorro de tiempo nos tuvimos que separar en grupos: mi esposa con mi hijo y yo con mi hijo y mi hija. Después de algunas horas de andar viendo en las tiendas, surgió ese evento pronosticado desde hace tanto. Mi niña quería hacer pis.
Me dirigí hacia los sanitarios cuando un oficial me detiene y me cuestiona sobre lo que voy a hacer. Le digo que voy a entrar al baño de hombres para llevar a mi niña al baño. El oficial me lo prohíbe alegando, creo yo que con razón, que una niña no puede entrar al baño de hombres. Entonces me dirijo al baño de mujeres y también me niega la entrada porque ese lugar no puedo entrar yo.
Mi hija de poco más de tres años le dice al oficial que ya no aguanta. Yo no lo puedo convencer y sólo espero lo peor, total y resolví que en cuanto se mojara le compraría un cambio de ropa. Pero el oficial en verdad que estaba también muy preocupado, se le notaba en la cara el no poder resolver la situación sin tener que romper las reglas.
Era algo así como el caso del viajero en el tiempo: Uno no puede viajar al pasado y matar a su propio abuelo, porque en ese momento no podría existir y entonces no podría viajar a matarlo. Una paradoja.
Entonces surgió en el policía una idea genial, llevarme al baño de la estación y permitirme entrar al que está reservado para los empleados. El cual me comentó está muy limpio. Y ahí vamos… corriendo a toda velocidad, yo con mi niña en brazos y él abriendo paso entre la gente… Me sentí como en una película.
Afortunadamente llegamos a tiempo, aunque por poco y no, ya que el oficial tardó unos momentos en encontrar la llave que abría la puerta de dicho baño. Y cuando entré a auxiliar a mi pequeña con su ropa, él nunca dejó que la puerta se cerrará para poder vigilarme.
En fin, creo que lo que hizo es lo correcto. Pero la próxima procuraré no olvidar los radios de comunicación para localizar a mi esposa…
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