Una de las cosas más difíciles en la vida es la buena convivencia humana. Y de esa relación con los vecinos, ya sean nuevos o de toda la vida, algunas veces surgen conflictos que si no se resuelven en su momento, se vuelven una bomba de tiempo.
Imagina que estas haciendo arreglos a tu jardín trasero. Y cuál va siendo tu sorpresa que tu vecino de al lado, ése que tanto aborreces por estacionarse frente a tu cochera, por hacer interminables fiestas que desquician su tranquilidad y que además te debe una cortadora de césped desde el año pasado, ha podado parte de tu árbol predilecto que, a decir verdad, invadía parte de tu jardín.
Esta fue la gota que derramó el vaso, ya que nunca te pidió tu consentimiento para cortarlo.
Rápidamente sales de tu casa arremangándose las mangas dispuesto a llegar hasta las últimas consecuencias con tal de arreglar tus diferencias con este vecino tan problemático. Sudas, el corazón te late a mil por hora y tus ojos parecen desorbitarse. De pronto suena dentro deti una alarma, es la prudencia. Y como en el comercial, cuentas hasta diez, tu dedo índice estuvo a punto de tocar el timbre, respiras profundamente y te da la media vuelta. Esto no se puede quedar así...
Respetando la privada y las posesiones
Y en efecto, las cosas no pueden seguir así. Hoy en día, no hay nada más complicado que convivir con un mal vecino. Y la mejor manera de ganarse el respeto de aquel patán de la casa de al lado es no meterse con sus posesiones y su privacía. Incurrir en el error de pagar con la misma moneda, lo único que generará es un problema más grande. Hay que ir un poco más atrás para saber los antecedentes de la relación con el vecino conflictivo en cuestión.
Generalmente las relaciones con un vecino surgen cuando se es el "nuevo" de la cuadra. Desde un principio se debe crear un ambiente de respeto y cooperación mutua. Ya que hay problemas comunes que deben resolverse en conjunto. Si algo de tu propiedad invade la del vecino, como en este caso, intenta llegar al consenso. Empieza por poner el ejemplo.
Construye buenas bardas
Otro de los puntos que no debes olvidar es que hay un sinnúmero de maneras de resolver un asunto de vecinos. Por ahí dicen que "las buenas bardas hacen buenos vecinos". Las buenas relaciones pueden ir más allá que levantar cada vez más la barda que separa tu propiedad. Si pides respeto, demuéstralo tú primero. Es lógico que haya personas que sean más difíciles de tratar, pero la buena disposición es un recurso que psicológicamente puede resultar muy eficaz. Toma la barrera del diálogo como tu principal arma.
En algunos lugares levantar una barda no sólo está prohibido, sino que también puede significar marcar de manera elitista tu terreno. Si estás en este caso, lo mejor es buscar la manera de delimitar muy sutilmente tu territorio. Tal vez con algunos arbustos de poco tamaño, macetas con plantas, etcétera.
Incrementa la convivencia vecinal
Es muy importante que las familias de una cuadra se conozcan. No está demás organizarse para convivir. Una barbacoa, por ejemplo, puede ser el pretexto ideal. Ofrece, pero también procura delegar alguna tarea, no es necesario que tenga que ser alimento. Con el apoyo en la organización puede bastar.
La unión hace la fuerza
Hay asuntos que irremediablemente se deben de solucionar entre los diversos miembros de la cuadra. Esto también se aplica a quien vive en un departamento. Es posible que si hay varias casas que necesiten mantenimiento, las reparaciones sean más baratas si se unen esfuerzos. Delegar a diferentes familias o personas una tarea puede favorecer la comunicación, incluso entre los que no parecen tener mucha disposición.
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