Quizá muchos de ustedes hayan sido atrapados por la historia de la hermosa gitana Esmeralda, asediada por un fraile obsesionado con ella, y objeto del amor imposible de Cuasimodo, el contrahecho ser que se refugia entre los laberínticos espacios del máximo templo parisino. O tal vez hayan encontrado cierta similitud entre los marginados de nuestros días y los parias del siglo XV de la capital francesa que sobrevivían, degradados, en los bajos fondos.
Hablamos de Nuestra Señora de París y Los miserables, respectivamente. Ambas obras se mantienen tan vigentes, que incluso los estudios Walt Disney realizaron en 1996 una versión de la primera para el público infantil, y en Broadway (la meca del teatro en Estados Unidos) se puso en escena la segunda con un éxito clamoroso: han acudido a verla más de veinte millones de personas.
Nuestra Señora de París fue publicada en 1831 y significó la consagración literaria de un joven francés de veintinueve años que, nacido en el seno de una familia acomodada, se había interesado por los desvalidos (incluso, cuando murió, fue trasladado, según su deseo, en un mísero coche fúnebre hasta el Panteón parisino, donde reposa junto a algunos de los más célebres ciudadanos franceses; con anterioridad, el pueblo había acudido a darle el último adiós mientras su cuerpo permanecía expuesto bajo el Arco del Triunfo).
Decidió su destino
Nacido el 26 de febrero de 1802 en la ciudad industrial y relojera de Besancon, Víctor Hugo vivió su primera infancia de aquí para allá: a los dos años se trasladó con su familia a París; a los cinco pasó una temporada en Nápoles, Italia; y a los nueve estuvo un año en Madrid, debido a que su padre, Leopoldo Hugo, un general de Napoleón Bonaparte, había sido nombrado gobernador de tres provincias españolas.
Ya como alumno destacado del Liceo Louis le Grand en París, Víctor Hugo expresó a sus condiscípulos su intención de ser más grande que Chateaubriand, la gloria literaria de aquellos días. Así, comenzó a trabajar duro para llegar a su meta. Cuando cumplió quince años, la Academia Francesa le concedió un premió por un poema; a los diecisiete fundó, junto con su hermano, la revista Le Conservateur Littéraire, en la que publicó sus primeros escritos; y a los veinte, edad a la que contrajo matrimonio, dio a conocer su libro Odas y poesías diversas, que fue seguido por Harr d'lslande (1823), su primera novela.
Con el tiempo se convertiría en uno de los escritores más célebres de Francia. Y superó, en efecto, a Chateaubriand.
En nuestros tiempos, sus obras más leídas son Nuestra Señora de París y Los miserables. La primera es un verdadero relato gótico pintoresco y fascinante: Esmeralda, una joven gitana altiva, silenciosa y dotada de una secreta sensibilidad, vive bailando y prediciendo el porvenir, mudada por su fiel cabra Djali. Todos los hombres que la miran, caen rendidos ante su encanto. Pero sus enamorados más fervientes son Claudio Frollo, el atormentado archidiácono de la catedral de Nuestra Señora, y el monstruoso Cuasimodo, un cojo deforme de asombrosa fuerza que fue recogido por el fraile.
Esmeralda vive entre la canallesca multitud de la Corte de los Milagros, el suburbio donde se congregan los falsos mendigos parisienses, que protegen y respetan a la gitana, Ella está enamorada del capitán Febo, para el que sólo representa una conquista más. Cierta noche, cuando la joven está a punto de entregarse a él, Febo es apuñalado por Frollo. Se culpa del crimen a la muchacha, que es condenada a muerte y salvada por Cuasimodo, que la conduce a su refugio bajo los tejados de la catedral, un mundo fantástico de columnas torcidas y monstruos de piedra góticos. Frollo rapta a Esmeralda, y al ser rechazado una vez más por ésta, la entrega a una beata semiloca, llena de odio por los gitanos que le robaron a su hija tiempo atrás. La mujer reconoce en la joven un medallón que portaba aquella niña. De todos modos, Esmeralda morirá a manos del verdugo, y Cuasimodo también perecerá con ella.
Contra la injusticia social
En cuanto a Los miserables (1862), el propio Víctor Hugo definió en el prólogo el propósito de esta obra monumental: denunciar “la degradación del hombre mediante el proletariado, la decadencia de la mujer hambrienta y la atrofia del chiquillo que vive sin sol". En resumen, la novela describe vívidamente, al tiempo que condena, la injusticia social de la Francia del siglo XIX: un hombre del pueblo, Jean Valjean, es detenido por haber robado un pan y confinado a la cárcel durante veinte años, a causa de sus tentativas de evasión, que cada vez prolongan más la pena. Embrutecido por la convivencia con auténticos delincuentes, Valjean consigue por fin evadirse y la fortuna lo lleva a la casa de monseñor Myriel, un genuino cristiano que lo acoge con caridad. Valjean le roba dos valiosos candelabros y el prelado lo salva de regresar a la cárcel.
En la segunda parte, el protagonista se ha redimido y luego de varias peripecias conoce a Fantine, una joven seducida por un estudiante y entregada a la prostitución para mantener a su hija. Valjean se hace cargo de la niña y la cría en el bien, pero súbitamente reaparece su turbio pasado: la policía cree haber reconocido al antiguo presidiario evadido en la persona de un infeliz anormal. Así, Valjean siente el deber de salvarlo.
Largo exilio
Luego de la prematura muerte de su hija mayor, Leopoldina, ocurrida en 1843, Víctor Hugo sufrió una depresión. Pero la superó para entregarse a la política bajo la bandera de la justicia y la democracia. Defendió a Polonia, dividida por las potencias de la época, y se convirtió en activista contra la pena de muerte.
Por cierto, 1843 fue un año fatídico para la gran figura del romanticismo francés: no sólo perdió a su hija, sino también a su hermana mayor y a su cuñado (ambos se ahogaron): y su obra Les Burgraves (un poema dramático en torno a los abusos de poder de los señores feudales) tuvo un estrepitoso fracaso al ser escenificada (esto canceló su carrera como dramaturgo).
Alejado de la poesía, Víctor Hugo se dedicó de un modo más activo a la política. Arremetió contra el príncipe Luis Napoleón Bonaparte (auspiciador de la intervención francesa y el desafortunado imperio de Maximiliano de Habsburgo en México), quien dio el golpe de Estado con el que se inició, en 1851, el Segundo Imperio en Francia.
Condenado al exilio, Víctor Hugo se marchó primero aBruselas, Bélgica, y luego a la pequeña isla de Guernsey (en el canal de la Mancha), perteneciente a Inglaterra, donde escribió Los miserables, pero también El Napoleón enano, obra en la que se burlaba de quien se auto designó emperador Napoleón III y en la que pronosticaba tiempos mejores con libertad. De este modo se convirtió en líder espiritual de la oposición republicana francesa.
En 1870, a la caída del imperio, Víctor Hugo regresó triunfalmente a París, donde falleció el 22 de mayo de 1885. Se le hicieron exequias de héroe nacional y su casa en la Plaza des Vosges fue convertida en museo. Un año después se publicaron sus obras completas en cuarenta volúmenes.
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