¿Tiene alguna función la cerilla de las orejas?

El cerumen, también conocido como cerilla, es una sustancia amarillenta y pegajosa que se produce de forma natural en el conducto auditivo externo. Su función principal es proteger el oído interno de agentes externos como polvo, suciedad, insectos pequeños y microorganismos. Además, ayuda a mantener la humedad adecuada y facilita la autolimpieza del conducto auditivo al atrapar las partículas y luego desplazarlas hacia el exterior. Generalmente se elimina de forma natural con los movimientos de la mandíbula al hablar o masticar, por lo que no es necesario retirarlo constantemente por medios externos, a menos que cause problemas o lo indique un profesional.

El gran secreto de François Mitterrand

El estadista francés François Mitterrand (1916-1996) había luchado como sargento de infantería en la Segunda Guerra Mundial. Los nazis lo apresaron y logró escapar en seis ocasiones, sin embargo, y aunque por un tiempo simpatizó con el gobierno de Vichy, durante el verano de 1942 participó además en reuniones en el castillo de Montmaur en las que se asentaron las bases de su red de Resistencia contra los Nazis. El 15 de octubre es recibido por el mariscal Pétain junto a varios responsables del Comité de ayuda mutua a los prisioneros repatriados del Allier, y en la primavera de 1943 fue condecorado por el gobierno colaboracionista.

Tras una brillante carrera política posterior se presentó a las elecciones presidenciales de Francia en 1965, pero fue derrotado en la segunda ronda por el legendario Charles de Gaulle. En 1974 quedó nuevamente en segundo lugar en los comicios electorales cuando el triunfo fue para Valéry Giscard d'Estaing, por un estrecho margen (unos dos puntos porcentuales).

Sin embargo, se presentó por tercera vez a las elecciones en 1981 y en esta ocasión resultó vencedor. Tenía 65 años y su gobierno era el primer régimen de izquierda en Francia en más de dos décadas. Por fin parecían cristalizarse sus aspiraciones y las de miles de sus seguidores. No obstante, él y su círculo inmediato guardaban celosamente un secreto con el máximo grado de confidencialidad. Revelarlo —según ellos— pondría en riesgo la estabilidad de su régimen, la confianza del electorado y crearía una serie de especulaciones en el ámbito internacional que podrían afectar las relaciones exteriores de Francia. No se trataba de un secreto sobre estrategias militares o política fiscal.

No estaba guardado en las oficinas de inteligencia, sino en el consultorio de Claude Gubler, su médico personal: François Mitterrand estaba enfermo de cáncer prostático desde el momento de su elección. Sin embargo, para evitar los riesgos mencionados, desde noviembre de 1981 sus oficinas emitían a la opinión pública reportes médicos alejados de la realidad.

Esta situación permaneció muy bien escondida durante su largo mandato; al ser reelecto, Mitterrand gobernó entre 1981 y 1995, una etapa clave para la historia europea que marcó el fin de la guerra fría. Los socialistas de todo el mundo llegaron a verlo como el redentor de la izquierda internacional. Mientras tanto, sus críticos lo acusaban de ejercer una presidencia imperial y ocultar más de un secreto. Ninguno de esos articulistas de la prensa francesa, excepcionalmente incisivos, sospechaba su enfermedad. Seguían la pista de sus múltiples aventuras amorosas y la creación de una célula antiterrorista de carácter ilegal, dedicada a realizar tareas de espionaje e inteligencia.

Muchas cosas salieron a la luz tras la muerte del presidente; algunos de sus confidentes se suicidaron (el caso más sonado fue el de François de Grossouvre, en 1994). También se supo que Mitterrand había sido responsable del primer ataque terrorista en la historia de Nueva Zelanda: la bomba colocada en el barco Rainbow Warrior de la organización ambientalista Greenpeace, cuyos tripulantes se preparaban a realizar una protesta contra de la pruebas nucleares desarrolladas por Francia en la región en 1985

Todos esos escándalos y revelaciones resultaron insignificantes en comparación con las historias del doctor Claude Gubler, autor del libro Le grand secret, un detallado recuento de la enfermedad de Mitterrand y de los esfuerzos de éste y sus allegados por ocultarla. Su afirmación más inquietante es que, por lo menos desde 1992, Mitterrand no se hallaba ya en condiciones de ejercer el poder. Publicado en 1996, al poco tiempo de la muerte del exmandatario, el volumen relata que, como su médico personal, Gubler era obligado a redactar y firmar reportes de salud incompletos, inexactos y tendenciosos.

De esta forma, la lista de acusaciones tácitas o explícitas contra el presidente fue en aumento y, más allá del reporte de su enfermedad, puso en evidencia una serie de acciones ilegales que pagaban mal la confianza de sus electores. El argumento de Mitterrand para sostener estas mentiras era, según Gubler, la llamada "Razón de estado" es decir el bien de país que gobernaba.

Tan sólo en el primer día de su publicación se vendieron 40,000 ejemplares y la edición del libro causó revuelo en la opinión pública francesa. La familia Mitterrand decidió actuar y acusó a Gubler de violar el secreto médico publicando muchos detalles íntimos. A 24 horas de su aparición la venta quedó prohibida, veto confirmado por la Corte de Apelaciones de Paris en marzo del año siguiente, cuando ordenó la requisa de los ejemplares que aún estaban distribuidos.

Pero en aquellos días comenzaba a cobrar importancia una' nueva forma de difundir información: Internet. En un modesto cibercafé de Besançon Pascal Barbiaud escaneó la obra completa y la subió a la red donde recibía cerca de 800 visitas al día. El sitio fue clausurado al poco tiempo, pero el archivo sigue estando en línea hasta la fecha, gracias a las incontables copias que de él se hicieron.

El autor presentó un recurso de apelación ante la Corte Europea de los Derechos Humanos. Esta resolvió que la prohibición era ilegal y en 2005 el libro salió de nuevo a la luz bajo el sello de la editorial Rocher. Leído hoy, es una curiosa aportación a la biografía de Mitterrand y una feroz crítica a su estilo de ejercer el poder. También ofrece información interesante sobre la importancia que, para los servicios de inteligencia, tiene conocer el estado de salud de los líderes políticos: es común que los agentes pretendan recuperar gotas de orina o cabellos para someterlos a un examen de laboratorio y conocer si alguno de ellos guarda un 'gran secreto'.

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