Un par de lentes sufren más abuso que un mantel a cuadros en un día de campo familiar. Lo mejor es mantenerlos limpios, pero de la forma adecuada.
Mójalos antes de limpiarlos
Cuando tus lentes se encuentran sucios, tu primer instinto es el emplear un pedazo de tela o el tramo final de tu camisa para eliminar el polvo que los cubre. Esta es una mala técnica. Nunca limpies tus lentes cuando éstos estén secos. Es mejor ponerlos bajo el chorro de agua y una vez húmedos, usa una tela muy suave para limpiarlos. No uses servilletas de papel, ya que éstas rayaran tus lentes. También aléjate de los pañuelos desechables con esencias y del jabón. El agua regular servirá del todo bien.
No uses detergente o jabón para lavar platos
Estos dañarán cualquier tipo de capa antirreflejante o protección UV de tus lentes. Los detergentes causan un efecto de pintura de Miguel Ángel: ciertas grietas en la apariencia brillosa del lente.
Olvídate de los minidesarmadores
Si uno de los brazos de tus anteojos se desprende, colócales una cinta y dirígete a una óptica cercana. Los paquetes de reparación que venden en los supermercados son peores aún. Lo único que conseguirás de ellos serán 45 minutos de frustración. Hay muchas probabilidades de que el desarmador en el paquete sea demasiado grande para tus lentes y logres dañar las piezas. Olvídate de el dicho de "hazlo por ti mismo".
Aprende a saber cuándo es el tiempo final
Puedes esperar un par de años de uso con un par de lentes que uses a diario un poco menos, con los lentes para lectura o los de sol, los cuales se descuidan más y se arrojan y caen con más facilidad. Para maximizar la vida útil de tus lentes, adquiere un estuche y úsalo. Asegúrate de que sea lo suficientemente rígido para salvar a tus lentes, aun cuando te sientes sobre ellos. (Créeme… lo se por experiencia que quedan todos retorcidos)
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