¿Tiene alguna función la cerilla de las orejas?

El cerumen, también conocido como cerilla, es una sustancia amarillenta y pegajosa que se produce de forma natural en el conducto auditivo externo. Su función principal es proteger el oído interno de agentes externos como polvo, suciedad, insectos pequeños y microorganismos. Además, ayuda a mantener la humedad adecuada y facilita la autolimpieza del conducto auditivo al atrapar las partículas y luego desplazarlas hacia el exterior. Generalmente se elimina de forma natural con los movimientos de la mandíbula al hablar o masticar, por lo que no es necesario retirarlo constantemente por medios externos, a menos que cause problemas o lo indique un profesional.

La cuna de la democracia

Es usual que se hable de Atenas como la "cuna de la democracia". Pero el concepto actual de democracia es muy diferente al de los atenienses de la antigüedad. Ellos no tenían partidos políticos, como tales, sólo ciertos derechos de voto muy restringidos.

Todos los ciudadanos participaban en el manejo del Estado. Cada uno tenía un sitio en la Asamblea, el cuerpo principal de toma de decisiones, y el derecho a hacer preguntas y plantear problemas importantes. Sin embargo, las mujeres, los esclavos y los de padres extranjeros no podían aspirar a la ciudadanía. De casi 350,000 personas que vivían en la antigua Atenas, solamente unos 40,000 varones adultos (mayores de 18 años) eran ciudadanos.

La administración ateniense

Los ciudadanos designaban un consejo o boule de 500 miembros que se encargaba de la administración. La participación se limitaba a un año. Los miembros de mayor edad formaban un consejo interno, los prítanos, y se turnaban para presidir la Asamblea.

Además de sus actividades políticas, todos los ciudadanos sanos tenían que servir en el ejército o la armada durante una parte del año. A diferencia de los soldados modernos, los atenienses tenían que proveerse de su propio equipo.

Para la mayoría esto significaba pagar por una armadura y una espada; pero los ricos debían mantener activo un buque de guerra por un año.

Los atenienses extendieron sus ideales democráticos a las fuerzas armadas. De hecho, los jefes superiores militares y navales eran elegidos anualmente. Y era hasta cierto punto usual que un jefe impopular o fracasado se viera degradado al año siguiente.

Vivir en la democracia ateniense era como ser parte de una enorme familia en que cada quien es responsable de sí mismo y de otras personas. Los atenienses tenían verdadera pasión por la vida pública; de no ser así, nunca hubiera funcionado su sistema de gobierno. Sin duda, no habrían sabido qué hacer con las llamadas democracias modernas: la idea de elegir a alguien para que tome decisiones importantes les habría parecido una tiranía.

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