-¿Cuándo dijiste que viene el TRI mamá? –Pregunta mi hijo mayor - ¿Viene el TRI? – Pregunto yo -¿Cómo? ¿Si sabes quién es el TRI papá? – Me pregunta mi hija de tan sólo cuatro años.
Ojalá pudiéramos saber en qué momentos de nuestra vida, nuestro destino da vueltas de 90 grados para dirigirse en otro dirección, en una completamente diferente. Quiero decir, ojalá y pudiéramos distinguir cada uno de esos giros y poder apreciarlos en perspectiva. En mi caso, recuerdo algunos, no todos, pero hoy si que me recordé de uno en particular… el día que conocí la existencia del grupo de rock El TRI.
Fui a la escuela secundaria en la segunda mitad de la década de los 80’s. Peinados con harta laca en atomizador, zapatos tenis con triangulitos intercámbiales, la moda de las hombreras y música Flans a todas horas en el radio. En esos días de paz y tranquilidad, antes de que el amor verdadero trastocara mi corazón, fue cuando se me ocurrió decir que un conocido de la escuela era “joto”.
“Joto”, es una forma despectiva de hacer referencia a un varón homosexual. En ese entonces era la palabra que yo sabía y ajustaba a esa definición. Créanlo o no, no siempre se usó la palabra “gay”. Podrías pensar que Gay es “políticamente correcto”, pero , conozco homosexuales que también odian éste término.
Volviendo al asunto, a finales de los 80s, cometí el error de decirle a una compañera de mi grupo que un conocido mutuo era joto. Ella, también tuvo una idea genial, ni tarda ni perezosa fue a acusarme con las autoridades educativas. Que de inmediato requirieron mi presencia… Y ahí estaba yo, sentado en el banco de los acusados en la oficina de mi Director; rodeado de maestros, de la psicóloga y de los prefectos.
- ¿Tu dijiste que “Fulano” es joto? – me preguntaron una sola vez
- Sí, eso fue lo que dije – contesté inocentemente.
Y ahí mismo se me juzgó y se me dictó sentencia. El castigo… tres días de suspensión de clases. Es decir, se me castigaba enviándome a casa. En aquel entonces eso era para mi algo muy severo. Y como la suspensión era inmediata, cuando todavía no eran las 12 de medio día, ya estaba con mi mochila en la puerta de la escuela. El prefecto me dio un papel en el que se requería la firma “De mi padre o tutor” y se me informaba por medio de Oficio mi castigo.
Pero, no era el único. En la puerta se encontraba otro castigado. Era otro alumno de un grado superior. Él estaba riendo, y yo, yo tenía la cara de un perro pateado. Me preguntó el porqué me habían castigado y le confesé mi crimen. Ahora se río a carcajadas y me ofreció darme un aventón hasta cerca de casa de mi abuela. Creo, con temor a equivocarme, que mi primera reacción fue la de decirle que no, que se me había inculcado que no debía ir con extraños; pero no lo hice, y nos dirigimos a su camioneta.
¿Su camioneta? En aquel entonces también era de lo más extraño que alguien de su edad condujera un auto. Y no se trataba del auto de mamá, no señor, ese vehículo era “su” camioneta. Vidrios semi polarizados y estéreo de cassette, si de cassette, tampoco el MP3 es de toda la vida. Cuando subí, algo me llamó la atención; por dentro, la camioneta estaba repleta de calcomanías que decían con letra pequeña “El” y con mayúsculas en verde, blanco y rojo: “TRI”. Le pregunté qué era eso del tri. Y en vez de extrañarse o de mentarme la madre por ignórate, abrió su caja de cassettes que estaba debajo del asiento... “Esto es el TRI”, me dijo, colocando una cinta en particular.
Y fue cuando mi burbuja de rock pop se rompió. De hecho, yo escuchaba Metal en Inglés, ya que la hermana mayor de un amigo tenía un novio que gustaba de poner esa música. Pero en ese entonces yo no sabía nada de Inglés, y no tenía idea de lo que decían. Entonces, al escuchar al TRI, con sus canciones de protesta, de amores y desamores, de crudas realidades y de frases que le dejan a uno pensando mucha horas lo que habrá querido decir el autor… fue entonces, que descubrí que se podrían expresar toda la gama de sentimientos con esta música hasta entonces desconocida para mi.
Tal vez piensen que me adherí al rock, y que mis gustos cambiaron radicalmente. Pues no, no fue así, únicamente incorporé a mi repertorio este género que hasta la fecha es uno de mis favoritos, pero no “el” favorito. Después de escuchar como 6 canciones y ya estacionados fuera de casa de mi abuela, se me ocurrió preguntarle a ese cuate el porqué lo habían corrido también de la escuela. Me contestó: “Porque estaba cantando una canción del TRI”.
Así de intransigente era la escuela en los ochentas. Ahora, ahora los por publicar las peleas en Youtube, por tomarle fotos a los calzones de la maestra y pasarse la imagen por bluetooth por celular, y si acaso te piden que ya no vayas… que mejor te quedes en tu casa, sólo si se el embarazo se nota mucho. Si, en aquellos días te corrían por cantar canciones del TRI, o por decirle a alguien que era Joto.
Por cierto, a ese que le dije joto… si lo era… digo… lo es. Lleva viviendo con su pareja, también gay, una relación muy estable desde hace más de 10 años; son muy felices, lo sé, porque hasta la fecha seguimos en contacto por el MSN Messenger… y de la chismosa y rajona de mi compañera no volví a saber jamás. Por cierto, aquí en México ya no les dicen jotos… pero tampoco los dejan casarse, ni les permiten vivir en paz, ni mucho menos pueden adoptar. Por lo que tuvieron que irse a vivir a los Estados Unidos. Si, así es México.
Entonces mi hija, volviendo al tema de que el TRI viene a mi ciudad pronto, me dice que en el auto de mamá, ella tiene su colección de “Éxitos del TRI” en la memoria USB. Y que cuando van a al Kinder a ella le gusta que le pongan la canción de las piedras rodantes. “… y tu y yo algún día nos habremos de encontrar. Mientras tanto cuídate, y que te bendiga Dios, no hagas nada malo que no hiciera yoooooo”, me canta mi niña.
Si... las cosas cambian para bien y no todo tiempo pasado fue mejor.
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