¿Tiene alguna función la cerilla de las orejas?

El cerumen, también conocido como cerilla, es una sustancia amarillenta y pegajosa que se produce de forma natural en el conducto auditivo externo. Su función principal es proteger el oído interno de agentes externos como polvo, suciedad, insectos pequeños y microorganismos. Además, ayuda a mantener la humedad adecuada y facilita la autolimpieza del conducto auditivo al atrapar las partículas y luego desplazarlas hacia el exterior. Generalmente se elimina de forma natural con los movimientos de la mandíbula al hablar o masticar, por lo que no es necesario retirarlo constantemente por medios externos, a menos que cause problemas o lo indique un profesional.

Cómo se desarrolló la máquina de escribir

Debido a que en el siglo XIX se estaba popularizando el trabajo en oficinas, se hizo necesario cambiar el sistema de documentos a mano, ya que al existir un gran número de éstos, la labor de los empleados se volvía lenta y tediosa. Para remediarlo, un grupo de inventores de varias nacionalidades trataron (con malos resultados), durante los siglos XVIII y XIX, una forma de escritura mecánica. Y aunque se suponía que existía una patente inglesa de una máquina que transcribía e imprimía cartas en 1714, el primer proyecto conocido de una máquina de escribir fue el címbalo escribiente de Giuseppe Ravizza, de 1837 y patentado en 1856. 

Éste era un pequeño piano construido de hierro y madera, pesado y difícil de manejar. Para 1866, los norteamericanos Sholes, Glidden y Soute, realizaron pruebas a partir de una máquina numeradora y, en 1868, presentaron el primer modelo más o menos como lo conocemos hoy. Con el tiempo, se fueron perfeccionando hasta que, en 1872, se concibió una para demostraciones prácticas. Con este dispositivo se escribió la primera carta en forma mecánica el 9 de junio de 1872, reproducida en el libro Questioned documents de Albert Osborn. Posteriormente, la compañía Remington-Sons, dedicada a la fabricación de armas, celebró un acuerdo con los inventores el 1 de marzo de 1873, fecha que se considera como el punto de partida de las máquinas de escribir.

La primera que fabricó Remington, y que salió a la venta en 1874, escribía sólo en mayúsculas y con poca velocidad. Pese a ello, se produjo industrialmente y su fácil manejo permitió la entrada de la mujer al trabajo de oficina. Entre las desventajas que tenía el modelo era que, debido a la ubicación del papel, se hacía necesario levantar la tapa para ver qué se estaba escribiendo. Cuatro años después, la empresa sacó al mercado su segundo modelo, el cual ya tenía una palanca de transportación para escribir en mayúsculas y minúsculas y otra que elevaba el carro, posibilitando su lectura. 

En Italia, en 1911, Camilo L. Olivetti presentó el modelo M 1, donde las barras, tanto centrales como laterales, convergían sobre la cinta con la misma presión de impacto. En 1930 introdujo una modificación en el sistema de mayúsculas: bajaba el cuerpo completo de portatipos para reducir el esfuerzo que representaba levantar el carro de la misma. Entre 1875 y 1930 las máquinas de escribir convencionales adquirieron la disposición del teclado y las barras porta-tipos convergentes que se mantienen en nuestros días. Hacia 1921, surgieron las primeras máquinas eléctricas: la Mercedes Elektra y la Remington Electric.

Posteriormente, ingresarían las máquinas de escribir de la firma IBM. Pese a que algunas han evolucionado al grado de tener memoria y diferentes funciones, la fotocopiadora, el fax y, sobre todo la computadora, la han desplazado al grado de ser prácticamente una especie en extinción.

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