¿Tiene alguna función la cerilla de las orejas?

El cerumen, también conocido como cerilla, es una sustancia amarillenta y pegajosa que se produce de forma natural en el conducto auditivo externo. Su función principal es proteger el oído interno de agentes externos como polvo, suciedad, insectos pequeños y microorganismos. Además, ayuda a mantener la humedad adecuada y facilita la autolimpieza del conducto auditivo al atrapar las partículas y luego desplazarlas hacia el exterior. Generalmente se elimina de forma natural con los movimientos de la mandíbula al hablar o masticar, por lo que no es necesario retirarlo constantemente por medios externos, a menos que cause problemas o lo indique un profesional.

Cómo escuchar y no sólo oír a alguien

Hace algunos años trabajaba en una empresa de telecomunicaciones. Existía en la misma un departamento de capacitación encargado de atender nuestras inquietudes respecto al flujo laboral.

Uno de los supervisores de dicha área siempre estaba disponible para atender a cualquier pregunta, sin importar si era algo trivial. Sólo en una ocasión tuve la necesidad de consultarle algo y fue precisamente en esa ocasión que me percaté de lo importante que es prestar la debida atención a las personas.

Aquel día llegue a su cubículo y le pedí un momento para hablar, en su pantalla se podía ver que estaba llenado un oficio importante. En cuanto escuchó mi petición retiro el teclado inmediatamente y giro sobre su eje, prestándome toda su atención.

No me pidió que esperara, detuvo lo que sea que estaba haciendo y contestó a mi pregunta. Al terminar, incluso me cuestionó si necesitaba algo más y no regreso a su trabajo sino hasta comprobar que me retiraba.
Ese día me sentí muy complacido por la atención recibida.
Todo el mundo desea ser escuchado, es así como validamos su necesidad de reconocimiento, dentro de cada uno de nosotros existe la necesidad de ser importante y de sentirse útil. Fomentar en nuestro comportamiento una escucha activa facilita las relaciones profesionales y previene los malos entendidos. Para lograrlo es necesario prepararse.

Espejito, espejito.

Tienes que practicar frente a un espejo las diferentes reacciones que posees en el transcurso del día: alegre, furioso, triste, expectante. Te darás cuenta de lo que ven los demás en tu rostro cuando interactúan contigo. Practica el gesto “me resulta muy interesante lo que me dices”. (Puedes tomar el ejemplo de Joey, el de Friends)

Enfócate.

Tienes que prestar verdadera atención a lo que te dicen, es muy sencillo divagar en nuestros propios pensamientos cuando no estamos de acuerdo con lo que atendemos; así que debes procurar que tu escucha sea genuina.

Repite.

Dentro de tu cabeza repite lo que te dicen, trata de desmenuzar las ideas y procura obtener una imagen objetiva. También repite algunas de las frases con el contenido de lo que acabas de escuchar para verificar que sea correcto. Por ejemplo “Entonces me estás diciendo que…” “Así que tu aseguras que…”.

Aísla el mensaje.

Mientas escuchas las palabras, únelas con los gestos y con el tono de voz, en su conjunto te dirán que es realmente lo quiere tu interlocutor .

Ojos bailarines.

Muestra tu interés real al no mover los ojos por toda la habitación, procura que tu mirada no se aleje demasiado y de preferencia observa directamente a los ojos.

Sonríe. Mientras escuchamos, las expresiones faciales se ponen en pausa y como casi no demuestran ningún sentimiento y puede interpretarse como una falta de interés. De no ser un tema serio, trata de colocar una sonrisa.

Aja, si, Ah. Coloca algunos sonidos de aprobación en las pausas entre las oraciones, sirve de retroalimentación y hace notar que estás prestando la debida atención.

Inclínate.

Cada cierto tiempo, inclínate hace la persona que te habla, así reafirmas que le estas escuchando.

Pregunta.

Para aclarar el contenido de lo que te dicen tienes que cuestionar de vez en cuando, así  corroborar la veracidad. Puedes preguntar hasta lo obvio para hacerle ver que llevas el hilo de la conversación.

No interrumpas.

Permite que el que te habla termine de expresar sus pensamientos. Reprime la emoción de cortar su charla para expresar los tuyos. Ten paciencia y espera tu turno.

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