Hace mas o menos cinco mil años, en la antigua Mesopotamia, los jefes de las tribus padecían la constante preocupación de que las mujeres jóvenes de su clan tuvieran relaciones sexuales con los hombres de los grupos rivales. Para asegurar la pureza de su sangre desarrollaron un sistema, mediante el cual, se les aplicaba jugos de frutas a los labios de los hombres. Por ley, se le obligaba a los varones a llevarlo puesto todo el tiempo; el color era diferente en cada grupo humano, para con ello poder diferenciarse. Si a una joven se le veía manchada con el "labial" de un color que no le correspondía (en cualquier parte del cuerpo), los líderes se enteraban que había estado jugueteando con el enemigo y se le apartaba por el temor de que su hijo pudiera estar maldito.
No fue sino hasta muchos años después, cuando Cleopatra se convirtió en la suprema gobernante de Egipto, que las mujeres comenzaron a utilizar colores en sus labios. Antes de conocer a Marco Antonio, en el 42 a.C., ella disponía de esclavos que le elaboraban cremas a partir de la cera de abejas, aceites y de sangre de gatos sagrados, las cuales se aplicaba en sus labios. Al conocer a Cleopatra, Marco Antonio quedó tan impresionado por la exótica boca de la dama, que de inmediato ordenó a todas las mujeres romanas que la imitasen.
Por cierto, Elizabeth Taylor en la cinta Cleopatra no utiliza el color rojo en sus labios.
Actualmente la industria del maquillaje enfrenta el reto de utilizar ingredientes que sean amigables con el medio ambiente; se inventan nuevos colores y se procura que duren más tiempo. Las leyes que protegen al consumidor obligan a las compañías que los manufacturan a indicar en el empaque los ingredientes principales del producto, sin embargo, algunos aditivos se omiten para impedir que la competencia se robe la receta. Personas ya retiradas de dicha industria, indican que se han llegado a utilizar animales, órganos humanos, polvo de meteoritos… entre muchos otros ingredientes secretos; todo ello para ayudar a las mujeres a lucir preciosas... y por supuesto que funciona.
El labial es básicamente una mezcla de aceite, ceras y colorantes. Asimismo, se agregan a la mezcla protectores solares, sustancias hidratantes y antiarrugas, pudiendo elevarse el número de componentes necesarios para la elaboración del lápiz labial a 40. Todos estos componentes son colocados en agitadores, tanques provistos de paletas que van a mezclar los diversos componentes. Los colorantes, por ser una pasta dura, primero se pasan por un rodillo que los pulveriza, y luego se agrega este polvo a la mezcla que se va logrando con la totalidad de los componentes.
La mezcla obtenida se vuelca en bandejas de acero inoxidable y se deja endurecer. Se forma un “pan”. Estos panes se colocan en unos carritos bandeja y pasan al sector de moldeo, donde se someten a temperaturas que van de 80 a 90 grados, logrando fundir el material.
El material fundido se vierte en unos moldes que son los que le van a dar la forma de “bala” a la pasta. Estos se colocan en unas mesas de frío durante aproximadamente una hora. Al cabo de esa hora, se abren los moldes, se retiran las “balas”, y las colocan en bandejas con divisiones.
Las bandejas se colocan en un carrito bandeja y pasan al sector de envasado, donde colocan las “balas” en su envase característico.
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