Ustedes no están para saberlo, ni yo para contarlo, pero les he de confesar algo… toda la vida he tenido que usar gel para el cabello; por la simple razón de que no nací con una cabellera “peinable”. Si no uso gel a mi cabello le da por andar de un lado para otro sin forma, y he probado muchos productos, con tal de no sufrir mucho daño y que no se me caiga el pelo. ¿Y a quien debo agradecer tan buen invento?
Resulta que los antecedentes más remotos datan de la época de Moisés, quien dio al pueblo judío una serie de normas estrictas y detales sobre la higiene corporal. De acuerdo a la Biblia, los israelitas empleaban una mezcla de cenizas y aceite para acondicionar su peinado.
En la Edad Media y el Renacimiento se emplearon otras sustancias afines para perfumar y moldear el cabello. Muchas personas emplearon vaselina (entre ellas mi abuelo, aunque claro que en época más reciente), cerveza y azúcar para mantenerlo en su lugar. No obstante , el verdadero auge del gel se dio hasta los años sesenta cuando los científicos buscaron nuevas opciones para el procesamiento de los derivados del petróleo.
El gel que se comercia actualmente es un polímero, una especie de plástico que se aplica para dar forma y es hidrosolubre. Hay muchísimos tipos, y debes considerar muy bien cual adquirir, ya que hay para ofrecer “fuerza” (no, no es la fuerza de Star Wars), humedad, resistencia y duración sin dañar el cabello.
Algo que he podido comprobar, es que las marcas más caras no necesariamente ofrecen los mejores resultados. Ojo… se trata de tu cabello.
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