Ayer fui a la cineteca con mi esposa y como ahí si dejan meter dulces, refrescos y botana, pues nos llevamos los remanentes de la piñata anterior con la que celebramos el cumpleaños de nuestra heredera. La tarde estaba tibia y llevábamos prisa ya que tuvimos que aventar, es decir, encargar a nuestros chamacos con mi papá para poder ir a gusto a disfrutar la película de Almodovar (obvio, no apta para menores… por eso de las chiches y pujidos que abundan en su obra).
Ya instalados en el lugar más cómodo y seleccionado de acuerdo a los criterios de Sheldon (De la teoría del Big Bang), abro la bolsita de dulces y lo primero que saco de la tómbola de chucherías es nada más ni nada menos que un paquete de algo que se parece a unos SUGUS. ¿Te acuerdas de ellos? Aún recuerdo la textura aquella como a cera chiclosa, aunque siempre eran de un gusto discreto y de varios colores pastel. Los Sugus… interruptores que encienden los recuerdos de la infancia, aquella en la que Chabelo nos repetía que eran deliciosos mientras se comía uno y regalaba otro al niño que tenía a un lado.
Y los Sugus jalan a la memoria reciente a los chiclosos, esos dulces cafés que se pegaban al paladar y tenías que arrancarlos con la lengua como por media hora. Y luego recuerdo que el Carlos V era más sabroso que ahora y no se si yo crecí, o si el Carlos V se miniaturizó. El Quik de fresa… al Chocomilk de Pancho pantera que sabía mal pero según era porque tenía las vitaminas que necesitábamos para crecer… y yo creo que no sirvió de mucho, ya que aunque no soy chaparro, alto tampoco.
Los chicles de yerbabuena que hacían bombas grandotototas. El Gansito que sabía rico pero no tenía nada de nutritivo… las papas fritas eran más saladas y no podíamos comer sólo una, los Chiclets Adams micro miniaturas, las lunetas en cucurucho… el pan Bimbo nunca fue esponjadito pero antes no llegaba a la ciudad tan duro como ahora… y lo se porque probé el recién hecho en Monterrey. Los Sugus crean un efecto de nostalgia. Hacen recordar productos buenos, tan buenos que los slogans siguen en la mente igual que aquel anuncio de ¡AMANDA… CIEEERRALE!
Y todo eso ya no está… la tele jode y jode todo el día con productos médicos cuasi milagrosos y con que tenemos que ir a votar… Si, entre el IFE y los pseudo doctores ocupan todos los canales, todas las estaciones… todas las revistas.
Como no recordar con cariños los sabores de las “cocas” desaparecidos… ahora siempre pedimos refrescos de dieta, burdas imitaciones de los sabores originales. El Tang era el polvo por excelencia para preparar agua de sabores… Curioso es que las de sabor limón tenga sabor artificial y el lavatrastes tenga jugo de limón natural. Recuerdo el sabor de las hamburguesas Burger Boy, en ese entonces los candidatos hacían sus campañas a gusto y no existía el compló.
Si, aún recuerdo comer sugus los dormingos por la mañana, viendo el cine de matiné presentado por el Tío Gamboín.
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