Hace poco la noticia del bosón de Higgs estaba en boca de todos y como los bien enterados que somos, una vez que ya cada quien comprendió de que se trataba hemos cambiado nuestra atención al ACTA. No, no el acta de nacimiento ni el acta de buena conducta. Mas bien, está relacionada con la SOPA, no la que odia Mafalda sino la que odian los internautas (nombre ya en desuso para los que navegan por la red), ya que es la legislación que se encargará de tomar las medidas necesarias para proteger la propiedad intelectual de las obras que circulan como el aire por el ciberespacio (otro término anacrónico y por cierto, debería llamarse ciberdespacio, gracias a TELMEX).
En 1984 (el libro, no el año) Emmanuel Goldstein era la figura que todos debían odiar ya que era la encarnación de la amenaza al sistema vigente que regía a esa sociedad. En México, lindo y querido, se trata de igual manera a Felipe Calderón... que, haciendo lo que tiene que hacer, apoyó la firma de la ACTA para proteger los derechos de aquellos que ostentan como suyo un trabajo que les ha costado - su trabajo - y que cualquiera puede copiar sin pagar nada por ello con unos pocos clicks. Es decir, quiere combatir la piratería estableciendo reglas para el uso de Internet; tal como se hace en las carreteras, en las filas del banco, en la caja del super.
Estas leyes están siendo impulsadas principalmente por Hollywood y las cadenas televisoras de los Estados Unidos, que producen contenido que se ven por Internet sin pagar derechos, pero al mismo tiempo, se usa de pretextos para establecer una censura como la hay en China, y evitar lo que ocurrió en algunos países, como en nuestro, donde la red contribuyó a la crítica del gobierno establecido, léase Egipto allá lejos y los del 132 más pa'aca. La protesta contra la SOPA y ahora el ACTA fue encabezada por Wikipedia.
Y te pregunto nuevamente... ¿Recuerdas como el mundo sin Internet? Te puedo asegurar que no, y en los comentarios me alegas si es lo contrario. Para muchos, sobre todo para nuestros hijos, es como si Internet siempre hubiese estado ahí. Yo si recuerdo que iba seguido a la Biblioteca a consultar horas y horas los libros que contenían datos ya viejos, revistas de meses y meses atrás, y enciclopedias que por obvias razones no decían nada de ATARI, Los Picapiedra ni de Aerosmith, por mencionar rubros que si existen en la Wikipedia.
Antes, para indagar algo se debían consultar diversas fuentes, pasando por el índice y leyendo y releyendo cosas que no importaban pero que eran necesarias para encontrar ese dato preciso que se necesitaba. Comunicarse a distancia era extremadamente caro, horas y horas pasé al teléfono con mi esposa y los recibos llegaban cada vez más gordos. Eso fue en tiempos del servicio medido (el cual sigue vigente pero ya le damos poca importancia). Declararse el amor por la red telefónica era oneroso... y más con los "cuelga tu primero" interminables.
Tomabas pocas fotos, pero cada una estaba muy bien tomada.... ahora tomas miles y todas son una porquería. Y las subimos a nuestras redes sociales sin meditar las consecuencias a largo plazo de dar tanta información personal.
Pero me estoy desviando... Volviendo a la frivolidad de mi relato.
Hoy las búsquedas en Internet no son sólo interesantes sino que hasta son milagrosas. En un par de segundos encontramos lo que antes requería horas, semanas, meses, incluso nunca se encontraba. Las bibliografías que se mencionan en los libros del pasado eran meras referencias jeroglíficas, ya que nunca conseguías lo libros que otro autor mencionaba. Por eso Internet debe ser dinámica y libre, no sujeta a censura. Por eso la protesta de los usuario contra el control que ahora se quiere ejercer sobre la misma, pero los autores que tienen sus obres registradas tienen derechos, y también hay que protegerlos, aunque no nos guste.
En todo caso... ¿has escuchado hablar de las licencias Creative Commons?
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