A principios de los 80s apareció un anuncio comercial que criticaba y a la vez parodiaba el mal uso de una frase de reciente aparición la cual repetía constantemente: ¿Qué onda? El resultado obtenido fue contraproducente, ya que en vez de hacer conciencia y eliminar la susodicha palabrita, la impuso de moda y lo que en un principio parecía una grosería, resulto ser el saludo más común y corriente a partir de entonces.
En el 2000 le toco el turno a "wey", haciendo su magistral aparición de la mano de los integrantes de la primera versión del Big Brother. Más recientemente (creo que sobra el más) tenemos la frase que nos cuestiona una llama: Ola ke ase, de cuya aparición ya he hablando anteriormente.
El idioma esta vivo, y se modifica más rápido que nunca gracias a Internet. Y es justo en estos tiempos turbulentos que a alguien se le antojó crear la palabra princeso y de ahí pa'l real.
No tiene relación con príncipe, como los de los cuentos en donde todos son felices para siempre, ni con el principito que quería que le dibujarán a un elefante. Los princesos son, según. Santa Paola de un portal de noticias de cuyo nombre no quiero acordarme, es aquella figura masculina atrapado en el cuerpo de una "cálida" princesa (sigo sin entender).
Aunque en un principio se podría considerar que la palabra es sinónimo de homosexual (gay para los modernos) es una mejor definición de metrosexual, hombres que cuidan mucho su aspecto y que intentan llegar vírgenes al matrimonio. Si hubiera foto en el diccionario, tal vez pondría al Justin Biber.
Nota: Si encuentro una mejor definición con todo gusto modificaré el contenido de esto que lees.
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