El pez que se bebió el océano
Había una vez un pez que tenía sed. Tanta sed tenía, que comenzó a beber y no paró. "Puedo beber cuanto quiera", pensó, "el mar es grande". Pero por más agua que cruzara su gaznate, la avidez no se calmaba. Bebió y bebió durante días. Bebió y bebió durante semanas. Bebió y bebió durante meses hasta que del océano sólo quedó una minúscula gota. Y también se la bebió.
"Ya estoy satisfecho", se dijo a sí mismo, "Mi sequedad está calmada para toda la vida". Fue entonces cuando intentó nadar y no pudo. Pidió ayuda a sus amigos, pero estos habían desaparecido. ¡Se los había tragado sin darse cuenta! El pez se sintió triste porque, en un mar sin agua y sin amigos, había dejado de ser un pez. Tan triste se sentía que comenzó a llorar y no paró. Lloró y lloró durante días. Lloró y lloró durante semanas. Lloró y lloró durante meses hasta que cada lágrima derramada fue, poco a poco, llenando de nuevo el océano.
Desde entonces el mar es salado como las lágrimas.
[Perteneciente a una colección de cuentos de 1994 y publicado en el nº 0 de "Dodo", un ecléctico fanzine de los tiempos pre-internéticos]
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