¿Tiene alguna función la cerilla de las orejas?

El cerumen, también conocido como cerilla, es una sustancia amarillenta y pegajosa que se produce de forma natural en el conducto auditivo externo. Su función principal es proteger el oído interno de agentes externos como polvo, suciedad, insectos pequeños y microorganismos. Además, ayuda a mantener la humedad adecuada y facilita la autolimpieza del conducto auditivo al atrapar las partículas y luego desplazarlas hacia el exterior. Generalmente se elimina de forma natural con los movimientos de la mandíbula al hablar o masticar, por lo que no es necesario retirarlo constantemente por medios externos, a menos que cause problemas o lo indique un profesional.

Picando piedra

Aunque no recuerdo bien la fuente, probablemente fue algún afamado gurú de la motivación el que primero fabuló y relató la historia de un peregrino medieval que, a su paso por la capital de Francia, se encontró con una cuadrilla de hombres que trabajaban esforzados, golpeando sus metálicas herramientas contra la dura roca, en el marco de lo que parecía un nuevo gran proyecto urbanístico de la ciudad.

Tras detenerse a observar atentamente a tres de ellos, los cuales parecían estar realizando idéntica labor, se dirigió a uno de los hombres, que parecía bastante contrariado, y le preguntó: "Señor, ¿qué es lo que hacéis?", a lo que el trabajador, sin detenerse ni devolver la mirada, respondió de mala gana: "¿Acaso no lo veis? Estamos picando piedra".

A cierta distancia, un segundo hombre llevaba a cabo las mismas tareas, pero su semblante no mostraba signos de enfado. El peregrino se dirigió hacia él y le preguntó: "Señor, ¿qué es lo que hacéis?". El hombre dejó el pico por un momento, se secó con la mano el sudor de su frente y, mirando al peregrino sin aparente emoción contestó: "Estamos levantando una columna".

Un poco más lejos, un tercer hombre realizaba idénticas acciones, pero había algo en su actitud que irradiaba entusiasmo. Intrigado, el peregrino se aproximó hasta donde estaba y repitió la misma pregunta: "Señor, ¿qué es lo que hacéis?". El hombre, con una notoria sonrisa y grandes ademanes, dejó caer el pico agradecido y deseoso de poder entablar conversación. Mientras señalaba y movía sus manos, como intentando representar en el vacío una forma imaginaria, exclamó con vehemencia "¡Estamos construyendo la catedral de París!".

¿Y tú? en la analogía laboral que sugiere esta simplista moralina, ¿dentro de qué categoría te consideras? ¿Picas piedra? ¿Construyes catedrales? ¿O acaso es ya tal el cansancio de gastar el cincel en pos de ficticias iglesias de credos ajenos, que te das con un canto en los dientes y te conformas con imaginar que levantas alguna que otra columna, aquí y allá?

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