Otra de nuestras cámaras digitales ya pasó a mejor vida. Después de maldecir a la mala suerte que pesó sobre ella, nos pusimos a meditar que hacer con el cadáver de plástico y circuitos. Ya que definitivamente nos daba lástima tirarla a la basura.
Afortunadamente, hay mejores destinos que el basurero para un dispositivo como éste.
Donarla.- Digamos que la cámara no está totalmente inutilizada... puede ser que tenga una manchita en la pantalla, que el display haya perdido los colores, que el flash ya no funciona, que la memoria SD ya no almacena las fotos y sólo pude guardas imágenes en la memoria interna. En fin, que funciona pero no como cuando salió de la caja. En ese caso, considera donarla a alguna escuela, a algún taller para jóvenes o a alguna organización e caridad a la que le pueda servir. De seguro encontrarás alguna cerca de ti.
Consigue a un Dr. Frankestein.- Trata de localizar por medio del Facebook, del Twitter, preguntando a amigos o familiares a quien tenga un modelo igual que el tuyo, tal vez con algún otro desperfecto y que, al usar piezas de ambas, se pueda armar una que funcione dignamente. (Si lo logras, puedes gritar: ¡Está VIVA, VIVAAAAAA!)
Véndela.- Siempre hay un roto para un descosido. Anúnciala en los clasificados locales, en algún sitio de subastas y ventas por Internet, procurando no mentir sobre su estado real (no seas desgraciado). ¡Ah! Y no olvides tener en cuenta los gastos de envío que te ocasionará si tienes que enviarla muy, muy lejos.
Intercámbiala.- Algunas tiendas, sobre todo en época navideña, toman en cuenta tu cámara vieja en la compra de una nueva; muchas veces ni siquiera tiene que ser de la misma marca.
Regrésala.- Averigua si el fabricante tiene algún programa de reciclaje, ya sea mediante paquetería o llevándolo a un sitio afiliado en tu ciudad.
¿Tienes alguna otra idea para disponer de los cacharros?
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