MUÉGANOS MARINOS
Si, es horrible. Tiene cuerpo plano, aletas espinosas y sus dientes se dirigen 'hacia adentro'. En el apareamiento, el macho —mucho más pequeño que la hembra— se adhiere a ella. "Se encarnan. Él se convierte en un parásito de la hembra. La muerde, no siempre en el mismo lugar, pero cerca de la parte de la cloaca", dice Víctor Reynoso, investigador del Instituto de Biología de la UNAM. A partir de ese momento, sus sistemas circulatorios 'se vuelven uno', el macho se alimenta de los nutrientes ingeridos por su pareja y no vuelven a separarse, sino hasta que ambos mueren.
ROMANCE ESPADACHÍN
Además de ser gusanos planos, los del grupo Turbellaria son hermafroditas. Para ellos, el cortejo sale sobrando: "Es como si fuera una violación. Hay otros que hacen lo mismo. Como en los acantocéfalos, se da la cópula y la hembra se convierte en una bolsa de huevos", dice Víctor Reynoso. Dado que ambos poseen células reproductivas masculinas y femeninas para copular, la pareja se enfrenta en un 'duelo de penes', parecidos a una daga, que culminará con un perdedor que, por haber sido penetrado, asumirá el papel de hembra y será la responsable de tener a sus descendientes.
iARRIBA LAS MUJERES!
Dado que este grupo se integra sólo por hembras, vaya que su apareamiento es curioso: estas habitantes del continente americano se reproducen mediante partenogénesis. Todo es cuestión de incentívar a la pareja. Para ello "una lleva la función del macho y hace todo el cortejo, pero no hay copulación. Así estimula que, en la que actúa como hembra, se desarrollen gónadas y pueda poner huevos", dice Reynoso. Como resultado, la cría será igual a su madre, ya que posee la misma información genética, y queda comprobado que hay especies en las que ni para el sexo se requiere de la presencia de un macho.
LUCES, CÁMARA... iACCIÓN!
Este loro —que, por cierto, no vuela— posee un tipo de reproducción muy peculiar. Ésta se conoce como lek y se caracteriza "por un grupo de machos que están esperando a una hembra o una oportunidad de reproducirse", dice Víctor Reynoso. Así, el cortejo no se da en una relación 'uno a uno', sino que todos los miembros masculinos del grupo se reúnen frente a las hembras para combatir y que éstas elijan —a quienes se exhiben mejor— como su pareja. En este sentido, la estrategia de reproducción evoluciona con base en los deseos de una hembra. Cualquier feminista se sentiría orgullosa.
SABOREAR PARA CREER
Los seres humanos no somos los únicos en caer redonditos por el olor (y sabor) de alguien. Entre las jirafas, los machos también lo hacen pero, a diferencia de nosotros, huelen y prueban la orina de la hembra que les interesa para captar partículas hormonales de ésta. "Esto les permite saber en qué parte del ciclo se encuentra y si ya es receptiva para la cópula", dice Fernando Gual, profesor de medicina y zootecnia de fauna silvestre de la UNAM y UAM. Lo anterior, conocido como signo de Flehmen, permite que el macho se asegure de que puede acercarse sin que la hembra lo agreda o rechace.
¡A BAILAR!
Para estos familiares de los arácnidos no todo es veneno. Durante el apareamiento pareciera que bailan cuando, en realidad, sus apéndices (que nosotros vemos corno pinzas) fungen como guía para lograr la fecundación. Dado que esta especie se reproduce por espermatóforos, se requiere que la pareja se enfrente. Después, "él la toma de las pinzas, la dirige hacia donde está el espermatóforo y la sienta sobre él", dice Víctor Reynoso. Tras estos movimientos (que duran varios minutos), la hembra finalmente recibe los espermas. Sin embargo, puede fecundarse incluso meses después del hecho.
MÁS PARA LA LISTA
De acuerdo con Fernando Gual, profesor de medicina y zootecnia de fauna silvestre de la UNAM y UAM, estas especies comparten lugar en la lista de apareamientos poco convencionales.
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Canguro gris. Las hembras entran en celo minutos después de parir (y siempre hay un macho al pendiente); éstas pueden aparearse cuando sus crías son prácticamente un feto.
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Pavo real. Para que una hembra voltee a ver a un macho, éste deberá hacer su mejor esfuerzo para levantar la cola y mostrar su plumaje. Sólo así demuestra su salud, fuerza y vigor.
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León. Además de poder copular varias veces al día (y con varios machos distintos), durante el cortejo, las hembras acostumbran elegir al ganador conforme a su melena o corpulencia.
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Elefante. Se atraen por olores y sonidos. Como parte de sus rituales suelen entrecruzar sus trompas, poner una en la boca el otro y la hembra ignora, por momentos, al macho.
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Avestruz. Durante el cortejo, el macho se sienta, abre las alas y sube y baja la cola. La hembra gira a su alrededor agitando sus alas durante varios minutos.
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