El día previo a su boda, una joven pareja sufre un accidente automovilístico fatal. Momentos después se encuentran haciendo fila a las puertas del cielo, esperando a que San Pedro les permita entrar. Mientras lo hacen, se hacen la siguiente pregunta: ¿Podrían casarse en el Cielo? Cuando por fin les toca su turno, cuestionan a San Pedro sobre la posibilidad de casarse ahí. San Pedro, confundido, les dice: "Yo… no lo sé. Ésta es la primera vez que alguien ha preguntado tal cosa. Permítanme averiguarlo”. Y se aleja, adentrándose en el paraíso.
La pareja se sienta y espera… y espera… y espera. Pasan dos meses, y mientas tanto, la pareja se plantea que, si les permiten casarse en el cielo ¿Qué tan eterna será esa decisión? ¿Qué pasaría si el matrimonio no funciona? ¿Acaso estarán juntos para siempre, a pesar de no quererse?
Después de otro mes, San Pedro finalmente regresa, un poco desaliñado.
-Sí, por supuesto que se puede-le informa a la pareja – Ustedes pueden casarse en el Cielo.
- ¡Genial! – Exclaman - Pero nos estábamos preguntando ¿Qué pasa si las cosas no funcionan? ¿Se puede también obtener un divorcio en el Cielo?
San Pedro frunce la cara, avienta sus papeles al suelo en clara señal de disgusto y comienza a rasgar sus vestiduras gruñendo y gimiendo.
-¿Dijimos algo malo? – pregunta la pareja asustada.
- ¡NO PINCHEN MAMEN!!! Me tomó tres meses encontrar a un sacerdote aquí arriba para preguntarle si se pueden casar ¿Tiene ustedes alguna idea de cuánto tiempo me tomará encontrar a un abogado?
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