Es fácil subestimar la cantidad de conocimientos y avances científicos que han tenido lugar en los últimos 70 años. En las películas y en las series de televisión los avances científicos resuelven problemas, en el mundo real, a menudo los incrementan.
Cada vez tenemos más información sobre los problemas con el medio ambiente, con los sistemas políticos, con la pobreza, con la avaricia corporativa y la desigualdad de clases (así como con la inseguridad). Los medios de comunicación perpetúan la difusión de los temas impactantes para difundir miedo, el morbo humano se mantiene en constante temor y de ese modo atraen la atención del gran público, misma atención que venden a los patrocinadores.
Somos ese futuro vislumbrado a mediados del siglo XX, sólo que tenemos aún los mismos problemas, los cuales se supondría y para éste entonces ya se habrían solucionados. Por lo tanto, es sencillo volverse cínicos ante las visiones utópicas y extrapolar lo desesperados que nos encontramos... imaginando que eventualmente nos auto destruiremos de una forma u otra a nosotros mismos.
Frecuentemente recurrimos a un pensamiento mencionado por Jaime Maussan: … y nadie hace nada.
Es como cuando alguien se lastima en la vía pública, de inmediato es rodeado por mirones quienes no actúan para solucionar la situación… No es sino hasta que alguien se dobla las mangas y comienza a dar instrucciones a los que rodean al afectado que es cuando la solución toma forma. El esfuerzo individual es lo que nos llevará a un futuro mejor, quizás no lo notes, pero sucederá.
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