Hay tres horas de autobús entre Ammán –la capital de Jordania– y Wadi Musa, el pueblo más cercano a Petra. El paisaje es desértico y, si se tiene la suerte de llegar al atardecer, el sol puede apreciarse a simple vista antes de desaparecer en medio de las montañas. Durante un amanecer en Wadi Musa puede escucharse el primer llamado a la oración desde alguna mezquita cercana (los musulmanes rezan cinco veces al día) y las elevaciones de los alrededores están salpicadas con imágenes de viviendas construidas con piedra caliza. Wadi Musa, como Amman, pareciera ser del color de la arena y por sus calles camina gente que devuelve la mirada con una sonrisa y mujeres cuya belleza está semioculta por los mandiles que les cubren el cabello.
A Petra hay que llegar caminando. Se puede tomar un autobús del hotel a la entrada de la ciudad rosa –llamada así por el color que los minerales producen en la piedra– pero el resto del trayecto se recorre a pie. El camino es difícil. El sol del desierto es seco y, sin un pañuelo o gorra que proteja la cabeza, la ruta a seguir puede volverse tormentosa. Sin embargo, la belleza de Petra es única y los miles de kilómetros que un viajero pudiera recorrer para llegar hasta allá valen la pena: las vistas del caminante que transita por ese mundo de tumbas no tienen igual. Por eso, aquí te dejamos algunas de las razones por las que esta ciudad pudo haber sido seleccionada como una de las siete maravillas del mundo moderno.
- Aunque no fue fundada por ellos, Petra fungió como la capital de los nabateos, antigua comunidad comerciante cuyo esplendor fue del s.II a.C. al s.I d.C. Éstos, a su vez, descendieron de Nébáyót, hijo de Ismael (primogénito de Abraham).
- La ciudad fue tallada y esculpida en piedra. Para ello, se realizaron cortes de bloques verticales con ayuda de andamios, cuyas huellas aún pueden verse en las piedras.
- A pesar de las condiciones de clima semidesértico, la comunidad logró crear un sistema de distribución de agua –que aún se conserva y también fue tallado en las rocas– para proporcionar el preciado líquido a las familias.
- Además de un teatro y un monasterio, las estructuras que hoy pueden verse en la ciudad no son viviendas, sino tumbas. Como sus primeros habitantes creían en la resurrección de los muertos, ponían especial cuidado en la construcción de éstas: pensaban que si no hacían cámaras mortuorias resistentes, los fallecidos no podrían volver a la vida.
- Para llegar hasta El Tesoro –la tumba más reconocida de la zona– y continuar la exploración de la zona, se debe caminar a través de un desfiladero –una especie de sendero en medio de la montaña– de más de un kilómetro de longitud. Se dice que éste data del periodo precámbrico y que fue ‘esculpido’ de manera natural por el agua que llegaba hasta allá.
- Cuando Johann Ludwig Burckhardt descubrió Petra, en 1812, no se hallaron rastros de cadáveres porque, con la invasión romana en el primer siglo después de Cristo, la ciudad fue considerada ‘impura’. Los nuevos moradores –cristianos en su mayoría– se negaron a vivir rodeados de muertos, así que se deshicieron de éstos.
- Esas primeras invasiones romanas fueron el inicio de la decadencia de los nabateos y de la ciudad como punto estratégico para las rutas del comercio árabe. Dado que Petra fue saqueada y destruida, hay pocas fuentes que documenten su historia con claridad. Sólo quedan algunas inscripciones en las paredes a la entrada del desfiladero.
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