Cuenta una leyenda alemana que, si bien los Reyes Magos que llegaron a Occidente para adorar al recién nacido niño Jesús eran tres y de nombres Melchor, Gaspar y Baltasar, en realidad fueron cuatro los sabios que debieron partir desde Oriente. Pero el último de ellos, Artabán, nunca logró reunirse con sus compañeros de viaje ni alcanzar después su destino geográfico. Artabán acudía al encuentro de los otros Reyes en el zigurat de Borsippa, una importante ciudad de la antigua Mesopotamia (actual Iraq), y llevaba consigo una triple ofrenda compuesta por un diamante protector de la isla de Méroe, un pedazo de jaspe de Chipre, y un fulgurante rubí de las Sirtes. Su primer camino se interrumpió al toparse con un viejo moribundo y desahuciado por bandidos, al que curó las heridas y ofreció el diamante. Cuando llegó al lugar de encuentro previsto, sus compañeros ya habían partido. Continuó pues su viaje en solitario, pero al llegar a Judea, tarde de nuevo, no encontró a los Reyes ni al Redent...