John Landis es un cineasta todo terreno que ha sabido labrarse una reputación en Hollywood sin apartarse de una línea personal y propia de acercarse a todos los géneros, dando en todos ellos un ritmo endiablado, pletórico de ideas, hasta el exceso en algunas ocasiones.
Su acercamiento al género musical no sólo es una buena muestra de ese sabio y personal quehacer, sino que constituye su mejor realización y su obra más representativa. El argumento: el guión, escrito por el director a medias con el actor Dan Aykroyd, rezuma ya originalidad e ironía por los cuatro costados. Empieza saqueando los cuentos de hadas, o si se quiere las películas de buenas intenciones al estilo de Capra, tan queridas por Hollywood.
Dos hermanos van a tener que conseguir los cinco mil dólares necesarios para salvar el orfelinato (en el que pasaron su infancia) de la codicia de los malvados banqueros y especuladores que quieren cerrarlo. Hasta aquí parece no haber ninguna novedad, pero los hermanos (apedillados Blues), Jake y Elwood, no son personajes corrientes. Vestidos con traje y corbata negros, escondidos sempiternamente tras unas gafas negrísimas, son además cantantes de Blues y de Rock.
La película se inicia con el encuentro de los hermanos cuando Jack sale de la cárcel en libertad provisional. El orfelinato y sus habitantes parecen extraídos de un cruce entre Dickens y LA NOCHE DE LOS MUERTOS VIVIENTES y en esos diez primeros minutos empezará a florecer todo el sinsentido que reinará a lo largo de todo el film. Para conseguir el dinero deberán volver a reunir su banda de Blues-Rock y dar un concierto para recaudar fondos, concierto que los villanos quieren impedir.
Las peripecias serán en teoría el argumento del film, pero su verdadera entidad es la musical. A lo largo de todo el metraje irán apareciendo, de una manera sorpresiva y original, diferentes números musicales, a cual mejor, que irán apareciendo, de una manera sorpresiva y original, diferentes números musicales, a cual mejor, que irán trufando la película de verdaderas delicias. Estéticamente no existe un film más alejado del «look» del videoclip al que los medios de comunicación nos tienen acostumbrados. La película en un extraño y sombrío realismo está rodada prácticamente en su totalidad en las auténticas calles de Chicago, un hecho que paradójicamente contribuye a dar un carácter extraño a la misma.
Así la puerta de la prisión es la de Joliet, la cárcel de Chicago y los presos que aparecen en ella no son artistas figurantes sino verdaderos reclusos. La escena, una de las más apasionantes del film, en la calle Maxwell, está verdaderamente rodada en esa célebre calle de Chicago y cuando los actores que cantan y bailan al son de la música de John Lee Hooker se acercan a una tienda o a una boca de incendios, se están acercando a lugares y objetos reales.
La escena cumbre de la película se rodó en la Daley Plaza de esta ciudad. Se pretendía hacer la más espectacular persecución de la Historia del Cine. A estas alturas es imposible saber si estadísticamente se consiguió, pero de lo que no cabe duda es de que la escena pasará a todas las antologías de cine cómico y, porque no, delirante.
Para la misma se necesitaron seis equipos completos de filmación, una multitud de cuatrocientos guardias nacionales con sus equipos completos, un comando de tiradores de élite, varias docenas de camiones de bomberos, dos helicópteros y la policía a caballo, sin contar a los «boyscouts». Todos ellos perseguían a los héroes.
Y el primer acierto fue la elección de esos héroes. John Belushi y Dan Aykroyd los encarnaban a la perfección, aparte de saber cantar y bailar a un ritmo verdaderamente endiablado. Sin ellos se llevaban el pedazo más grande de la tarta, sería injusto no mencionar las brillantes apariciones de estrellas que aparecen en el film. Con el ya citado John Lee Hooker, vemos a Cab Calloway, burlándose de sí mismo, a James Brown como predicador, a Aretha Franklin como camarera de un restaurante y un buen etcétera.
La música fue supervisada por el gran Elmer Bernstein e Ira Newborn y un doble album «live» fue registrado con los protagonistas y los músicos que les acompañaban en el film. De este album, «A briefcase full of blues» llegaron a venderse, tras el estreno del film, más de tres millones de ejemplares, aparte de ser premiado con dos «Grammy Award». El éxito de film y disco parecían propiciar una larga y exitosa carrera para los Blues Brothers, tanto musical como cinematográfica, pero esta se vio trágicamente interrumpida por la muerte de John Belushi.
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