¿Tiene alguna función la cerilla de las orejas?

El cerumen, también conocido como cerilla, es una sustancia amarillenta y pegajosa que se produce de forma natural en el conducto auditivo externo. Su función principal es proteger el oído interno de agentes externos como polvo, suciedad, insectos pequeños y microorganismos. Además, ayuda a mantener la humedad adecuada y facilita la autolimpieza del conducto auditivo al atrapar las partículas y luego desplazarlas hacia el exterior. Generalmente se elimina de forma natural con los movimientos de la mandíbula al hablar o masticar, por lo que no es necesario retirarlo constantemente por medios externos, a menos que cause problemas o lo indique un profesional.

¿Quién inventó la anestesia?

Todas las civilizaciones, sin excepción, han buscado sustancias anestésicas para calmar el dolor. Los mesopotámicos, por ejemplo, conocían todo el abanico disponible de drogas naturales: mandrágora, cáñamo indio, opio y adormidera. Hubo, además, otros remedios analgésicos menos convencionales: los galenos helenos recetaban para los dolores fuertes una mezcla de polvo de mármol y vinagre, y siglos después en los campos de batalla se administraba a los heridos alcohol con pólvora de fusil, llamada pólvora negra. En el siglo XVIII, Franz Mesmer recurre a la hipnosis para anestesiar a sus pacientes.

Pero la cadena de acontecimientos que conduce a los modernos anestésicos arranca a finales del siglo XVIII. En 1799, el auxiliar de farmacia inglés Humplirey Davy respiró accidentalmente protóxido de nitrógeno, un gas descubierto por Joseph Priestley en 1772. Davy experimentó tal estado de euforia que desde entonces organizó sesiones para colocarse con el que rebautizó como gas hilarante. El farmacéutico descubre que una exposición prolongada al protóxido de nitrógeno inhibe el dolor, por lo que propone utilizar el gas para insensibilizar a los pacientes antes de una cirugía. Sin embargo, la propuesta no tuvo una gran acogida, porque el protóxido conlleva lesiones orgánicas y porque, además, se encontró algo mejor. En 1806, el alemán Frederic Sertümer descubrió la morfina, y, en 1842, el americano Crawford Long realizó la primera intervención quirúrgica con éter como anestésico. Tres años más tarde, el doctor Thomas Morton hizo una demostración pública en el Hospital General de Massachusetts en la que consiguió la anestesia total aplicando un tapón de éter en el rostro.

Pero el éter, que se conocía desde 1730 como vino vitriolo, es tóxico. En 1985, el inglés James Young Simpson, después de haber experimentado en sí mismo y en sus ayudantes todos los compuestos volátiles a su alcance, descubre las maravillosas propiedades del cloroformo como anestésico general.

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