¿Tiene alguna función la cerilla de las orejas?

El cerumen, también conocido como cerilla, es una sustancia amarillenta y pegajosa que se produce de forma natural en el conducto auditivo externo. Su función principal es proteger el oído interno de agentes externos como polvo, suciedad, insectos pequeños y microorganismos. Además, ayuda a mantener la humedad adecuada y facilita la autolimpieza del conducto auditivo al atrapar las partículas y luego desplazarlas hacia el exterior. Generalmente se elimina de forma natural con los movimientos de la mandíbula al hablar o masticar, por lo que no es necesario retirarlo constantemente por medios externos, a menos que cause problemas o lo indique un profesional.

¿Cómo se comunican las plantas entre si?

La posibilidad de que los vegetales, carentes de un sistema nervioso como el de los animales, se comuniquen entre sí ha desatado innumerables polémicas y airados enfrentamientos entre botánicos y etólogos. Sin embargo, en 1983, los biólogos norteamericanos lan Baiwin y Jack Schultz ofrecieron la primera prueba fehaciente de comunicación a distancia entre plantas. Baiwin y Schultz descubrieron un increíble lenguaje químico entre los arces, árboles típicos de las regiones templadas. Ante la presencia de animales ramoneadores, que pacen los brotes tiernos de las ramas, los árboles dañados informan a sus compañeros del inminente peligro.

La respuesta de los arces sanos es instantánea, éstos empezaban a producir grandes cantidades de taninos, sustancias de sabor desagradable que almacenan en las hojas y que son venenosas para los herbívoros. Pero, ¿cómo se establece la comunicación?
El zoólogo Wouter van Hoven, de la Universidad de Pretoria, en Sudáfrica, ha observado un fenómeno similar en otro tipo de árboles, las acacias. Hace algunos años, los responsables de parques nacionales y propietarios de ranchos con animales salvajes detectaron que centenares de kuclús, una especie de antílope, fallecían en condiciones misteriosas durante la estación seca. Van Hoven ha descubierto que el responsable de las muertes son las acacias, que también almacenan taninos. Normalmente, la cantidad de esta sustancia en las hojas no daña a los animales. Sin embargo, cuando las condiciones ambientales se vuelven adversas, la producción de taninos aumenta espectacularmente, lo que convierte a la hoja en un veneno para el hígado de los kuclús.

Según van Hoven, cuando una acacia es ramoneada por un kudú, las hojas emiten vapores de etileno. Este alcohol parece ser la chispa que enciende la mecha; cuando los árboles lo huelen en el ambiente, saben que un herbívoro no anda muy lejos e inmediatamente fabrican taninos.

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