Richard Dimbleby era un destacado locutor, escritor y reportero de la BBC, que se documentaba más que cualquiera de sus contemporáneos antes de hacer entrevistas y comentarios. En cierta ocasión hizo una transmisión desde la Real Escuela de Bordado, en Londres, donde iba a presentarse la reina madre. El periodista describió los trabajos expuestos y refirió la historia de la escuela, hasta que llegó el momento de la entrada de la ilustre señora.
Como ésta no aparecía, Dimbleby se puso a recorrer de nuevo el lugar y a hablar del bordado en China, Japón, Persia y Europa, y a describir los diversos puntos como si se hubiera pasado la vida con una aguja en la mano. La reina madre llegó con 25 minutos de retraso, y explicó que, al ver a Dimbleby por televisión, se había quedado tan absorta en sus comentarios que se había olvidado de la hora.
El hecho es que Dimbleby no sabía absolutamente nada sobre el bordado 24 horas ates, pero había estudiado la noche anterior. Además de su talento para realizar su trabajo, se esforzaba para contar con las herramientas adecuadas que le ayudarían a mejorar cada vez más. Y desarrolló esta cualidad por medio del estudio continuo.
Cuando un Papa visitó Tierra Santa, Dimbleby se llevó una maleta llena de fichas, clasificadas por materias, perfectamente ordenadas. Con ellas pudo hablar con sentido e interés durante horas acerca del Papa, de los lugares visitados y de su historia.
De la anécdota anterior, pueden inferirse algunos de los aspectos que conviene tener en cuenta a la hora de abordar con acierto el tema que nos ocupa. Por ejemplo, que la tecnología o, mejor dicho, los avances tecnológicos no constituyen el elemento sustantivo y nuclear de los artículos de un blog. Algunos bloggers parecen empeñados en reducir la documentación sobre los nuevos gadgets o los nuevos servicios de Google, como si no pudiésemos leer lo que publican la mismísima fuente, como si no se pudiesen documentar de otro modo.
Ciertamente, los archivos de la BBC -tanto los escritos como los audiovisuales- eran ya en la época de Dimbleby de los más completos y mejor organizados del mundo. Pero, ¿cuántos de sus periodistas habrían estudiado la historia y el desarrollo de la noble técnica y arte del bordado? La tecnología de entonces no permitía la teledocumentación. Sin embargo, Dimbleby se llevó una maleta llena de fichas...