Nadie sabe lo que tiene, hasta que lo ve perdido A menudo, no nos damos cuenta la cantidad de datos a los que estamos expuestos tan sólo con encender el ordenador. Nos volvemos adictos a revisar las cuentas de Twitter, Gmail, Facebook, Myspace… Si, adictos es la palabra correcta, aunque se escuche muy estridente. Nuestro cerebro tiene que procesar la información sin interrupciones y a gran velocidad; mensajes de correo electrónico, mensajes en las redes sociales, música, vídeos, correo no deseado y muchos otros más. Esto significa más decisiones, más estrés, y la sensación de no haber logrado mucho progreso al trabajar e insatisfacción que nos deja ansias por seguir navegando Es entonces cuando… repentinamente… y sin aviso… perdemos la conexión. Ya sea porque se cayó un poste y arrancó los cables telefónicos, porque no pagamos la factura, porque nuestro bebe tiró al suelo el módem y terminó en mil pedazos, o simplemente porque se fue la electricidad. Después de pasado el mome...