Una sonrisa de ella

Una sonrisa de ella es invaluable. Cuando me enamoré de ella, estaba sonriendo, cuando sonrió, me enamoré de ella. Cada vez que sonríe, el corazón se me vuelve mantequilla y se me derrite completamente, la mirada se me vuelve líquida y todo esto, por alguna razón, me hace tener la certeza de que la amo.

La Burbrujita es de sonrisa fácil, pero yo no hablo de esas que sirven para dar los buenos días, o para salvar una situación difícil. No. Ella es dueña de una sonrisa especial, que administra con prudencia y que me obsequia de vez en cuando.

Pero cuando su sonrisa se esconde demasiado tiempo, los días se ponen grises, llueve a cántaros, me cuesta trabajo respirar, no duermo y, si la situación se prolonga, podría llevarse mi vida.

No soy tonto, tampoco. Desde hace tiempo que tengo una sonrisa de ella guardada en la memoria. La atesoro para usarla en los momentos difíciles. Vive en una pequeña caja que muchas veces he querido abrir, pero me he contenido ya que solo debe ser usada en un caso de vida o muerte.

Querulante